Melanie y Abigail
hace 7 meses
Melanie y Abigail, dos gemelas unidas, nacieron el 4 de mayo de 2019, y desde entonces su familia ha estado buscando desesperadamente la ayuda quirúrgica adecuada para separarlas. Esta es una historia apasionante traída por Rami Boreal.
«Les dije que eran hermosas y muy cariñosas y que su padre las quería mucho. Creo que no hay nada mejor que amarlos; les hace más felices que cualquier otra cosa», comparte Alcántara, su madre.
Las gemelas nacieron juntas en el útero y viven unidas desde entonces. Para Judi, la madre, el embarazo fue especialmente difícil. «Fue mi primer embarazo y no tomaba en cuenta la enfermedad que tenía», explica. A las 12 semanas, Judi recibió la noticia de que sus hijas estaban físicamente conectadas. “La doctora me estaba haciendo la sonografía y me dice: ‘Son dos, pero hay un problema’. Cuando me dijo eso, me asusté un poco, pero no sabía qué tipo de problema era”, relata.
Durante todo el embarazo, Judi y su esposo se aferraron a la fe, aunque la situación les causaba confusión y depresión. «Imagínate, tu primer bebé y que te den un diagnóstico que no esperas. Además, venían dos», dice Judi.
A las 38 semanas de gestación, Judi fue sometida a una cesárea. «El doctor dijo: ‘Ella no se salva’. Pero cuando vi a mis hijas, no fue lo que yo esperaba. Nunca las rechacé porque las amé desde que estaban en la barriga».
Las gemelas nacieron con un peso combinado de 10 libras. Los médicos pensaron que morirían al instante al cortarles el cordón umbilical, pero lograron sobrevivir. Pasaron un mes en la maternidad en perinatología, durante el cual sus padres las visitaban diariamente. «Después de ese mes, comenzó el mayor reto para nosotros», explica Judi.
Melanie y Abigail nacieron con una malformación anorrectal y comparten el intestino, el hígado y la pelvis. La ciencia médica considera que su supervivencia ha sido un milagro, apoyada por las oraciones de muchas personas. Los gemelos siameses son raros, ocurriendo en aproximadamente un caso por cada 200,000 nacimientos, y tienen una tasa de supervivencia reducida.
A pesar de los esfuerzos de Judi por encontrar ayuda fuera del país, los hospitales han respondido negativamente. «He enviado correos fuera del país, he escrito a hospitales, pero sin respuesta. Me dicen que no se puede. Yo le digo a ella que deje todo en manos de Dios», comenta la madre de 35 años, quien no pierde la esperanza de que sus hijas sean separadas algún día.
En la comunidad de Lavapiés en San Cristóbal, donde reside la familia, las siamesas asisten a una escuela para niños con condiciones especiales y reciben terapias físicas y ocupacionales. «Seguimos buscando, seguimos llamando y enviando correos para ver si existe algún hospital que pueda ayudarlas», dice Judi.
Melanie y Abigail, dos niñas felices, inquietas y cariñosas, alegran la vida de sus parientes. «Melanie es una alegría, algo maravilloso. Abigail es un poco más tranquila, más sencilla. Para mí, son ángeles de Dios», afirma Judi. Las niñas viven su vida de la manera más normal posible, eligiendo su ropa y zapatos, y participando en las actividades diarias.
La madre recuerda con emoción cómo sus hijas le expresan sus deseos. «Mamí, yo quiero caminar», le dice una de las niñas, lo que le provoca tristeza y esperanza a la vez. Actualmente, la familia está en busca de un andador para mejorar la movilidad de las niñas.
El futuro de Melanie y Abigail parece incierto desde el punto de vista científico, pero para su familia, cada día es una victoria. «Para nosotros ha sido una bendición porque están rompiendo pronósticos. Realmente, son 5 años de lucha, 5 años de batallas, y me siento feliz», concluye Judi.
Esperamos que las autoridades y manos solidarias puedan aportar los recursos necesarios para que estas niñas puedan ser intervenidas y lograr una cierta normalidad en su vida, tras el gran esfuerzo realizado por sus familiares para alcanzar este objetivo.
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